1578: Sebastián I de Portugal, muerte y resurreccion de un rey
En un sistema político basado en la sucesión hereditaria de los gobernantes, cualquier quiebra en la continuidad puede resultar desastrosa. La familia en el poder mantiene su autoridad en gran medida basándose en acuerdos con regiones, tribus, con minorías religiosas concretas y con otras familias elitistas que controlan el poder. Si este sistema de acuerdos se quiebra por falta de un heredero ---que en la mayoría de las sociedades tiene que ser un heredero varón--- los grupos que anteriormente proporcionaban apoyo comienzan a mostrarse inquietos y a buscar soluciones alternativas. Siempre puede darse la posibilidad, en tales circunstancias, de que alguien reclame sus derechos o se proclame como el verdadero y auténtico heredero varón y consiga algún apoyo político.
El príncipe Sebastián era el hijo de la infanta Juana de España, una dama cuya severa belleza, atestiguada por muchos diplomáticos, solo era comparable a su estricta religiosidad. En 1552 su padre, el emperador Carlos, acordó su matrimonio, cuando la infanta tenía diecisiete años, con el príncipe Juan Manuel de Portugal, que tenía quince.
El príncipe Sebastián era el hijo de la infanta Juana de España, una dama cuya severa belleza, atestiguada por muchos diplomáticos, solo era comparable a su estricta religiosidad. En 1552 su padre, el emperador Carlos, acordó su matrimonio, cuando la infanta tenía diecisiete años, con el príncipe Juan Manuel de Portugal, que tenía quince.
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