-41: Claudio El emperador que no debia serlo
Aunque ridiculizado por su familia, puesto en el trono por los pretorianos, manejado por sus esposas y por sus libertos, y divinizado a su muerte, fue también, y ante todo, un verdadero hombre de Estado.
Calígula había caído muerto hacía pocos minutos bajo las espadas de los guardias conjurados. Corría el año 41 D.c. En esos momentos, todo en el palacio imperial era confusión, carreras y gritos de terror. La guardia pretoriana buscaba a los responsables del magnicidio. Un soldado, al entrar en una de las habitaciones, vio los pies de alguien escondido detrás de una cortina. Al apartar el lienzo encontró a un personaje aterrorizado en el que, inmediatamente, reconoció al tío del emperador asesinado. Se trataba de Tiberio Claudio Nerón Druso Germánico, aquel al que todo el mundo consideraba idiota y que había pasado la mayor parte de su existencia recluido en el palacio, apartado de los negocios y del gobierno del Imperio.
Cuando Claudio se arrodilló a los pies del soldado, éste lo saludó como emperador y lo llevó con el resto de la tropa, conduciéndolo luego a su campamento, donde pasó la noche. Mientras tanto, los cónsules y el Senado reunidos buscaban la manera de restablecer la República. Sin embargo, por la mañana, la plebe reclamó a Claudio como único señor y la guardia pretoriana lo aclamó emperador.
Ante esta situación, el Senado hubo de ceder en sus pretensiones aceptando los hechos consumados.
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